top of page

La Profecía

Me encontraba sentado en mi trono, pensando en mi imperio y la tranquilidad de este, no había mucho que hacer, pues este no necesitaba una cabeza, sin embargo, necesitaba un control y protección. Pero repentinamente, entré en un trance profundo: mis ojos tomaron un aspecto y brillo blanco pálido, como el de un fallecido, mis garras apretaban y sujetaban muy fuertemente los respaldos laterales del trono, casi rasguñando estos con mis uñas, mi cuerpo se mecía rítmicamente pero de un modo imprevisible en vaivén mientras mi vos, como múltiples voces, comenzaban a repetir al unísono una especia de frases:

 

Las estrellas cantan,

Las estrellas cantan las canciones

Canción de Vida,

Canción de Muerte.

Lo que fue negado por Olvido,

Durante dos lunas podrá ser otorgado

Y Olvido lo aceptara como tal.

 

Las canciones suenan,

Las canciones suenan en el tiempo

Canción de Vida,

Canción de Muerte.

Dos lunas albergan vida,

La fémina o féminas que den intimidad

Daran la tan anhelada descendencia.

 

Las estrellas cantan,

Las estrellas cantan las canciones

Canción de Eternidad,

Canción de Olvido.

La gracia divida ah de levantarse,

Y lo que sucederá

Ya ha sido marcado.

 

Las canciones suenan,

Las canciones suenan en el firmamento

Canción de Eternidad,

Canción de Olvido.

La maldición ah de traer algo consigo,

Quien no siente, nada a de sentir

Y vuestro regalo no podrá disfrutarse.

 

Tan pronto como el trance acabó, mis ojos comenzaron a retomar su tonalidad negra natural, mi cuerpo colapsó en el trono, reposando en este de cansancio, mis garras débiles descansaron sobre los respaldos laterales de este, y comencé a descansar para recuperar algo de energía. Pero algo no se sentía como debía: mi humor y mi necesidad de contacto habían desaparecido totalmente, como siendo apático o indiferente a estos, y con ojos y mente totalmente fríos, comencé a pensar en la profecía.

bottom of page